Nous utilisons des cookies pour améliorer votre expérience. Pour nous conformer à la nouvelle directive sur la vie privée, nous devons demander votre consentement à l’utilisation de ces cookies. En savoir plus.
Ulises
EAN : 9791041934058
Édition papier
EAN : 9791041934058
Paru le : 7 avr. 2023
29,90 €
28,34 €
Disponible
Pour connaître votre prix et commander, identifiez-vous
Notre engagement qualité
-
Livraison gratuite
en France sans minimum
de commande -
Manquants maintenus
en commande
automatiquement -
Un interlocuteur
unique pour toutes
vos commandes -
Toutes les licences
numériques du marché
au tarif éditeur -
Assistance téléphonique
personalisée sur le
numérique -
Service client
Du Lundi au vendredi
de 9h à 18h
- EAN13 : 9791041934058
- Réf. éditeur : 276144
- Date Parution : 7 avr. 2023
- Disponibilite : Disponible
- Barème de remise : NS
- Nombre de pages : 692
- Format : H:220 mm L:170 mm E:37 mm
- Poids : 1.058kg
- Résumé : Solemne, el gordo Buck Mulligan avanzó desde la salida de la escalera, llevando un cuenco de espuma de jabón, y encima, cruzados, un espejo y una navaja. La suave brisa de la mañana le sostenía levemente en alto, detrás de él, la bata amarilla, desceñida. Elevó en el aire el cuenco y entonó: —Introibo ad altare Dei. Deteniéndose, escudriñó hacia lo hondo de la oscura escalera de caracol y gritó con aspereza: —¡Sube acá, Kinch! ¡Sube, cobarde jesuita! Avanzó con solemnidad y subió a la redonda plataforma de tiro. Gravemente, se fue dando la vuelta y bendiciendo tres veces la torre, los campos de alrededor y las montañas que se despertaban. Luego, al ver a Stephen Dedalus, se inclinó hacia él y trazó rápidas cruces en el aire, gorgoteando con la garganta y sacudiendo la cabeza. Stephen Dedalus, molesto y soñoliento, apoyó los brazos en el remate de la escalera y miró fríamente aquella cara sacudida y gorgoteante que le bendecía, caballuna en su longitud, y aquel claro pelo intonso, veteado y coloreado como roble pálido. Buck Mulligan atisbó un momento por debajo del espejo y luego tapó el cuenco con viveza. —¡Vuelta al cuartel! —dijo severamente. Y añadió, en tono de predicador: —Porque esto, oh amados carísimos, es lo genuinamente cristino: cuerpo y alma y sangre y llagas. Música lenta, por favor. Cierren los ojos, caballeros. Un momento. Hay algo que no marcha en estos glóbulos blancos. Silencio, todos.